En plena madurez, una mujer se libera del insomnio que la mantuvo prisionera gran parte de su vida. Sus noches siguen siendo largas, aunque extremadamente liberadoras pues el insomnio, le ha permitido adentrarse en lo mejor y lo peor de sí misma. Ya no le teme a la noche, aunque sabe que la oscuridad no la obligará a dormir, y es que, es la tranquilidad de la noche lo que ahuyenta su miedo.
Desconoce las causas de su desasosiego, a pesar de ello, intenta enfrentarse a él y al hacerlo, solo consigue alejarse de sí misma. El insomnio la conduce a un nivel de conciencia, en donde no es posible separar la realidad de la imaginación. De cualquier forma, cada noche es una aventura, una puerta de escape y un legado de su propio ser. Y mientras las causas le son reveladas, ella recorre el mundo en busca de lo desconocido, convencida de que es el universo quien la conducirá a casa y aun en ese lugar seguro, sus aventuras jamás culminarán.