La vida de Geminiani, el protagonista de esta historia, nos muestra la
trayectoria vital de un personaje que creció en un espacio social, en una
ciudad, en un momento crítico, convulso y contradictorio en el que la
sociedad comenzaba a despertar de una dictadura férrea. Sus impulsos, sus
dudas, sus compromisos y la forma de afrontar ese nuevo tiempo serán,
sin duda, similares a las de muchos de sus coetáneos.
Eran tiempos en los que el materialismo científico tomó ventaja sobre una
religión que declinaba. Una religión que formó parte del armazón ideológico
de Geminiani, que buscó desesperadamente en Dios el carácter
científico que había monopolizado la religión hasta el advenimiento de
“La Razón”. El propio Hegel señalaba, cómo, bajo la presión de la crítica
ilustrada y el avance de la ciencia, la religión se había retirado humildemente
al espacio interior de los sentimientos verdaderos.
Geminiani buscó y encontró en “La Ciencia” esa otra religión que supuestamente
acaparaba la totalidad del pensamiento; desde la filosofía, la política,
el feminismo, la historia… Era el Materialismo dialéctico, el Materialismo
científico, más allá, se preguntaba Geminiani, ¿Qué había más allá?
La muerte (el declinar) de dos de los más importantes relatos de la modernidad
que señalaba Jean François Lyotard en su obra La condición
postmoderna habían hecho que Dios y Lenin lloraran juntos. Eran, el
relato cristiano que prometía, por un lado, la salvación a través de la redención
divina, y, por otro lado, el relato ilustrado que nos señalaba el camino
de la emancipación a través de la luz de la razón.
No obstante, este libro, se introduce en los espacios más íntimos del
personaje, que nos va narrando el itinerario por el que transita su vida. La
escuela, el colegio, la universidad, el despertar junto a sus primeros amores,
el profundo arraigo familiar y ese madurar con experiencias comunes a
muchos de los que compartieron esos años difíciles de la primera posguerra
en Euskal Herria.