Un cierre cristalino es la topografía de los encuentros amorosos de los deseos no colmados, convertidos en ficción, para engañar los sentidos.
No hay en estos encuentros, ningún roce ni besos, sólo el espacio que construye la poesía que hace presente las emociones.
El poeta, voyeur y víctima, satisface sus deseos en multitud de imágenes: es como dibujar.