La vida novelada de Isabel II en una época convulsa de la historia de España (1830-1904). Llamada por sus partidarios liberales, cuando era niña, “La alumna de la libertad”, le dijo, a Benito Pérez Galgos, en 1901 en su Palacio de Castilla de París:
“Yo tengo todos los defectos de mi raza, lo reconozco; pero también algunas de sus virtudes. Soy consciente de mis errores. Pero cuando me equivocaba, no era mía toda la culpa. Sé que pude hacer durante mi reinado más de lo que hice. Yo quiero, he querido siempre el bien del pueblo español. Pero dar con la tecla adecuada no siempre es fácil. Y más en las circunstancias en que transcurrió mi reinado. Sobre todo en la primera época. Aquel periodo fue muy duro para mí, muy duro. Era una niña. Una niña que tenía el deber y la obligación de gobernar un pueblo tan contradictorio y engañoso como el español. Reina a los catorce años, sin ningún freno en mi voluntad, no viendo a mi lado más que personas que se doblaban como cañas, ni oyendo más que voces de adulación que me aturdían”.