A Jacobo le viene impuesto, por orden de nacimiento y deseo de su padre, un puesto en el ejército. Las expectativas paternas chocan con su extremada sensibilidad y nula marcialidad. Jacobo se revela contra los deseos del padre y pretende llevar una vida sencilla, apoyándose en el cariño de su amada madre y en una astucia innata para eludir responsabilidades. Casualmente descubre un fajo de cartas de amor dirigidas a su madre que le dan la oportunidad de cuestionar su paternidad oficial y, al mismo tiempo, justificar su caótico aspecto físico .Obligado por la incontrolable adolescencia y el descubrimiento de las cartas culpa particularmente a su «padrastro» y, en general, a una sociedad hipócrita de todos sus problemas y complejos. La falta de seguridad en sí mismo le impide relacionarse abiertamente con el sexo opuesto y siempre le sitúa enun segundo plano en el resto de relaciones sociales.
Con el mínimo esfuerzo posible consigue un puesto de funcionario judicial y así se coloca en el lugar que, por facha y actitud, le corresponde. Es elegido para una misión aparentemente sencilla que le obligará a completar dos viajes, el propio de su misión, lleno de peligros y traiciones, y el viaje emocional que le hará «volver a casa». En el viaje físico se mezcla con multitud de personajes de la sociedad, todo sellos están llenos de prejuicios, vicios y corrupción, una sociedad totalmente normal. Se ve obligado, sin él pretenderlo, a desempeñar el papel de héroe ante los terribles hechos que les suceden. Durante el viaje emocional Jacobo parte del desprecio e indiferencia hacia su vida de los primeros años y juventud hasta la nostalgia y comprensión dela felicidad que disfrutó, sin saberlo, en aquellos momentos.